martes, 23 de marzo de 2010

La conversación banal o de (Relleno).



Duke Ellington, el gran jazzista y consumado seductor, deslumbraba inicialmente alas mujeres con su buena apariencia, ropa elegante y carisma. Pero una vez a solas con una mujer, retrocedía un poco y se volvía excesivamente cortés, ocupándose solo de cosas insignificantes. La conversación banal o de (Relleno) puede ser una táctica brillante: hipnotiza al objetivo. La monotonía de tu fachada confiere mayor poder ala sugerencia más sutil, la más leve mirada. Si nunca hablas de amor, volverás expresiva su ausencia: tu victima se preguntara porque no aludes jamás a tus emociones; y al pensar en eso, llegara más lejos aún, e imaginara que más ocurre en tu mente. Ella será quien saque a colación el tema del amor o el afecto. La monotonía deliberada tiene muchas aplicaciones. En psicoterapia, el medico responde con monosílabos para atraer al paciente, haciéndolo relajarse y abrirse. En negociaciones internacionales, Henry Kissinger abruma a los diplomáticos con detalles fastidiosos, y luego hacía audaces demandas. Al inicio de la seducción, las palabras simples suelen ser más eficaces que las vividas: el objetivo se desconecta te mira ala cara, empieza a imaginar, fantasea y cae bajo tu hechizo.

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